El pasado 21 de marzo, procedente de la localidad de Anchuelo (Madrid), ingresó en nuestras instalaciones un busardo ratonero traído por la Guardia Civil. El ejemplar, un macho adulto, se encontraba postrado y muy débil. En una exploración más detallada del ave por parte de los veterinarios de GREFA se hallaron lesiones indicativas de una electrocución con la que el animal había estado malviviendo durante al menos una semana.

Las graves lesiones que presentaba habían pasado de dañar la vascularización e inervación del ave a la completa necrosis de ambas garras, así como de uno de sus hombros. Si a eso le unimos la pobre condición corporal que presentaba la rapaz y su grave deshidratación, tendremos todos los ingredientes de la historia tan triste que nos ocupa. Nos podemos imaginar hasta qué punto este busardo ratonero, que tras su electrocución habría ido perdiendo progresivamente la funcionalidad de sus extremidades, se vio obligado durante los días posteriores a la electrocución a enfrentarse a las penurias de la búsqueda de alimento, acentuadas por las inclemencias climatológicas de las últimas semanas.

El daño avanzó hasta provocar una parálisis posterior completa de sus garras, dejándole a su suerte sin armas con las que defenderse en su vida en libertad. El final de esta historia, como en la mayoría de todas aquellas aves víctimas de los accidentes eléctricos, ha sido el peor esperado: el busardo ratonero no ha sobrevivido.

Otra imagen de los graves efectos de la electrocución sobre este busardo ratonero, incluyendo un dedo totalmente necrosado.Otra imagen de los graves efectos de la electrocución sobre este busardo ratonero, incluyendo un dedo totalmente necrosado.

Algo se está haciendo mal

Siendo el impacto de los tendidos eléctricos una de las principales causas de mortalidad en muchas especies de aves, algunas catalogadas como amenazadas, es evidente que algo se está haciendo mal y que es urgente tomar medidas. A través de la Plataforma SOS Tendidos Eléctricos, GREFA y otras ONG estamos denunciando la precariedad legal a la hora de proteger a nuestras aves de los tendidos peligrosos y de las medidas que se están tomando para atajar esta grave amenaza.

Al mismo tiempo, desde proyectos como LIFE Bonelli, ya concluido, y AQUILA a-LIFE, recién iniciado, estamos contribuyendo activamente a aplicar algunas soluciones para las especies más vulnerables a las electrocuciones, como es el caso del águila de Bonelli.

Hace pocos días se ha conocido la primera sentencia en firme contra una empresa eléctrica por delito ambiental, derivado de la electrocución de un águila imperial: esperemos que estemos ante el principio del fin de la gran amenaza que los accidentes eléctricos suponen para nuestra biodiversidad.

Busardo ratonero, de la misma especie que el ejemplar protagonista de esta noticia, posado en un tendido eléctrico de diseño muy peligroso para las aves.Busardo ratonero, de la misma especie que el ejemplar protagonista de esta noticia, posado en un tendido eléctrico de diseño muy peligroso para las aves.