Un buen ejemplo fue la liberación de un búho real que hicimos el pasado 22 de diciembre en el noreste de la Comunidad de Madrid. Quien ofreció el regalo en esta ocasión fue Jose y la destinataria Amparo. Ella siempre había tenido una especial atención y dedicación hacia los animales domésticos. La idea de sus amigos de regalarle algo que estuviera en línea con sus afinidades, pero que fuera un poquito “diferente”, fue lo que les llevó a concretar ese apadrinamiento en GREFA. Se dio sin embargo la triste circunstancia del fallecimiento de Amparo, por lo que la liberación de aquella rapaz nocturna terminó convirtiéndose en un recuerdo y un sentido homenaje a su madrina.

La encargada de dejar volar libre el espíritu de Amparo en forma de búho real fue su hija Alba y lo hizo rodeada de familiares y amigos. No hará falta decir que ninguno de los que allí estuvimos presentes pudimos evitar conmovernos: hubo lágrimas, silencios, tristeza… Pero todo ello mezclado con alegría, sonrisas, abrazos. Estamos seguros de que son muchos los recuerdos que Amparo habrá dejado en todos los que la querían, pero también tenemos la certeza de que pocos resultarán tan reconfortantes como saber que hay un magnífico ser vivo que nos sobrevuela llevando consigo parte de lo que ella representaba.

En cuanto al búho real, al ser liberado despegó con toda la fuerza que le brindaba su juventud y experimentó por primera vez en su vida la sensación de volar sin límites. Al fin y al cabo era un pollo del año que entró en nuestro centro de Majadahonda (Madrid) desnutrido y deshidratado, pero sin otras heridas ni lesiones que agravasen su estado. Debió gustarle la experiencia de batir alas a su antojo porque en lugar de ir a refugiarse rápidamente entre los árboles, como suelen hacer la mayoría de las rapaces nocturnas, nos deleitó con toda una exhibición de vuelo, como para demostrarnos que estaba en plena forma.

En sus primeros momentos de libertad, el búho real se fue a levantar a un cernícalo de su escondrijo, se cruzó en vuelo con un aguilucho pálido y se vio de lejos las caras con un gavilán. ¡Menudo sitio! Desde luego hemos elegido un buen lugar donde liberarlo. Allí podrá acudir siempre que quiera Alba en sus momentos de nostalgia para ver al búho real disfrutando de su nueva vida y sabiendo que ello es en parte gracias a su madre.

Alba con el transportín donde el búho real fue trasladado a la zona de suelta.Alba con el transportín donde el búho real fue trasladado a la zona de suelta. Isabel, de GREFA, contempla al búho real que va a ser liberado.Isabel, de GREFA, contempla al búho real que va a ser liberado.