TrastoNuestro guardián nos ha dejado una noche cálida de verano. Con él  se va todo el cariño que supo dar a cada una de las personas que pasaron por GREFA durante su vida.

El camino de nuestro gran amigo estuvo marcado desde bien pequeño, cuando lo abandonaron una noche de Nochebuena siendo aún un cachorrillo. Alguien creyó que su vida no tenía valor, y sin duda se equivocó, pues jamás imaginó que llegaría a formar parte de la gran familia que es GREFA, robándonos con su compañía un cachito de nuestros corazones.

Perro duro donde los haya, tras vivir sus primeros años bajo la timidez del miedo al más leve sobresalto, logró superar un grave episodio de leishmaniosis que casi lo vence y convivir con una artrosis que dio un aspecto distintivo a sus andares. Pero su lucha era más fuerte que todas esas barreras, y no fueron las enfermedades las que se lo llevaron, sino una torsión de estómago, tan común en los mastines, y que estuvo a punto de superar.

Como buen mastín pasaba retozando la mayor parte del día, inmóvil bajo el sol de invierno o al frescor de la sombra en verano, y en su pasivo relax se animaba a levantar una pata cuando pasabas a su lado para conseguir lo que más placer le daba: ¡que le rascaras un rato la barriga.
Adicto al mendrugo de pan, no había miga que se le escapara, aún sin poder alcanzarla bajo los pies de la mesa quedaba plantado frente a ella mientras te miraba con ojos chispeantes esperando ansioso a que se la acercaras.

Aún resuenan tus espontáneos e insistentes ladridos al viento en nuestro recuerdo, y por mucho tiempo que pase tras tu pérdida… seguiremos oyéndote Trasto.

Adiós amigo