El abejaruco, es un pájaro que construye sus nidos utilizando como base las terreras arcillosas que se encuentran en las riberas de nuestros ríos. Allí, es capaz de construir un túnel de hasta dos metros de profundidad que excava con la ayuda de su pico y sus patas. Todo ello para acondicionar el lugar de la puesta en el fondo del túnel. Allí, tras la puesta, la pareja de abejarucos serán capaces de incubar durante tres semanas de cuatro a seis huevos. Tras la eclosión de los polluelos, la pareja de abejarucos serán responsables de la ardua tarea de alimentarlos. Para  ello, los padres cazarán para los polluelos los alimentos característicos de los que se alimenta el abejaruco, como las abejas, las libélulas o las mariposas.

Una vez que los pollos se hayan desarrollado lo suficiente, a las tres semanas estarán preparados para salir al exterior de la madriguera y conocer a sus vecinos en las terreras: los gorriones chillones, los conejos e insectos como las abejas en sus colmenas o las libélulas en los cursos de agua. Al mes, ya estarán preparados para realizar sus primeros vuelos bajo la atenta mirada de sus padres.

El ingreso del viernes pasado en GREFA fue la de este abejaruco adulto que comentamos, que tras realizarle una exploración en la enfermería se vio que se encontraba en condiciones óptimas para ser liberado. Y de esta manera es como emprendió el vuelo, en poco tiempo ya seguramente preparado para hacer un viaje aún más largo, aquél que le llevará de nuevo a tierras africanas junto a sus congéneres.