El águila imperial "Susana"en vuelo tras su liberación en 2009, cuando aún no había adquirido el plumaje típico de los ejemplares adultos de esta especie.
El águila imperial "Susana"en vuelo tras su liberación en 2009, cuando aún no había adquirido el plumaje típico de los ejemplares adultos de esta especie.

Todos hemos oído o leído alguna vez las dos frases que inevitablemente van unidas al águila imperial ibérica: "especie endémica de la Península Ibérica" y "catalogada en peligro de extinción". O dicho de otro modo: hubo un momento en que los dedos de manos y pies de sólo dos personas bastaban para contar las parejas de águila imperial que quedaban en España; que era tanto como decir las que existían en todo el mundo si sumamos las pocas que se localizaban en Portugal.

Así de crítica era la situación entre finales del siglo XX y principios del XXI y así de negro se presentaba el horizonte cuando "Susana" llegó a GREFA. Era septiembre del año 2008 cuando nuestro Equipo de Rescate acudió al auxilio de una joven águila imperial que había sido víctima de una electrocución en Fuente el Saz del Jarama (Madrid). No era algo extraño puesto que el contacto con líneas eléctricas era y sigue siendo hoy con diferencia, la primera causa de muerte para muchas especies de aves, en especial aquellas de mayor envergadura.

Pero lo que sí era raro es que el animal hubiera sobrevivido a la descarga ya que casi siempre suele ser letal. Eso sí, aunque todavía viva, la electrocución le había causado quemaduras, heridas graves, así como la fractura de una de sus alas. El pronóstico era crítico pero lo que entonces todavía no sabíamos era que existía una razón muy poderosa por la que “Susana” no podía morir: estaba llamada a convertirse en leyenda y las leyendas son inmortales.

"Susana" durante el tratamiento de fisioterapia al que fue sometida durante su estancia en el Hospital de Fauna Salvaje de GREFA."Susana" durante el tratamiento de fisioterapia al que fue sometida durante su estancia en el Hospital de Fauna Salvaje de GREFA.

Sin embargo eso tampoco significaba que todo fuera a ser para ella un camino de rosas. A “Susana” le quedaban por delante nada menos que seis duros meses para recuperarse por completo. El personal especializado de GREFA (veterinarios, rehabilitadores, fisioterapeutas, etc.) se volcó para hacer posible esa prodigiosa recuperación y mucho tuvieron que ver las nuevas técnicas de fisioterapia que con tanto éxito empezábamos a aplicar por aquel entonces.

El origen de una leyenda

Tras su largo paso por nuestro Hospital de Fauna Salvaje, el 16 de marzo de 2009 “Susana” recobró su libertad. Despegó ligera y sin dificultad a pesar de llevar a cuestas la pesada carga de nuestras ilusiones y esperanzas. Volviendo ahora la vista 14 años atrás, resulta sorprendente comprobar que todos aquellos sueños nuestros en realidad se quedarían muy pequeños comparados con lo que de verdad iba a pasar.

“Susana” ha batido todos los récords y ha contribuido de muchas formas a conseguir un futuro mejor para su especie. Por una parte, es el ejemplar de águila imperial al que se ha podido seguir en remoto durante más tiempo gracias al emisor que le colocamos en 2009, aportando muchísima información sobre la biología y ecología de esta joya de la naturaleza. Por otro lado, su seguimiento ha permitido destapar y perseguir graves delitos ambientales, como el ocurrido en la provincia de Toledo en el que murieron envenenadas 15 rapaces, incluyendo águilas reales, águilas imperiales y buitres negros. Pero probablemente su mayor aportación haya sido la gran cantidad de pollos que ha criado, como la gran madraza que es: en 2012 tuvo sus tres primeros pollos (“Aljama”, “Candela” y “Moro”), al año siguiente otros tres, un año más tarde dos... Y así prácticamente una temporada de cría tras otra.

Además, los primeros descendientes de “Susana” ya han alcanzado la madurez y hace algunos años comenzaron a reproducirse también, como es el caso de “Moro” que la hizo abuela por primera vez en 2016. Por desgracia "Aulencia", su nieta, en 2017 repitió la triste experiencia por la que había pasado “Susana” casi diez años antes y sufrió una electrocución en un tendido eléctrico, con la diferencia de que, como suele ocurrir en la mayoría de estos casos, no sobrevivió al percance.

"Susana", con la antena de su emisor visible, en la versión de nuestra amiga la ilustradora Belette le Pink."Susana", con la antena de su emisor visible, en la versión de nuestra amiga la ilustradora Belette le Pink.

A pesar de algunos tropiezos muy tristes como el de “Aulencia”, es fácil comprender lo que supone para una especie tan escasa como el águila imperial ibérica la cantidad de nacimientos que “Susana” y toda su saga han protagonizado y siguen haciéndolo hoy. Y si eso ha sido posible es sólo gracias a que un día hubo un grupo de personas comprometidas que pusieron sobre la mesa todos sus conocimientos, sus ganas y su entusiasmo con el objetivo de sacar adelante a un animal que casi con toda seguridad de otra forma se habría extinguido ya. Sí, fue un milagro, pero fue un milagro que tuvo nombres propios y fueron el Equipo de Rescate, veterinarios, rehabilitadores, fisioterapeutas, biólogos, administrativos y voluntarios de nuestra ONG. Lo que hizo posible ese milagro en definitiva se llama GREFA.

Hoy en día, las dos frases con las que empezábamos esta historia siguen siendo plenamente vigentes. La gran diferencia es que en 2023 hacen falta muchos más dedos de muchas más personas para poder contar las parejas de águila imperial que tenemos. “Susana” y su noble linaje tienen de momento garantizado su futuro. ¡La leyenda continúa!

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