UN DÍA CON GREFA
Actividad: Prueba de vuelo con rapaces
Día de la visita: 19 de diciembre de 2014

Volando voy, volando vengo...

por José Antonio Montero
De los veterinarios depende que se cure la fauna que ingresa en un centro de recuperación, incluso que se salve su vida. Pero los rehabilitadores no les van a la zaga en cuanto a la importancia de su labor, quizás más desconocida para el profano. Ver cómo actúan es entender por qué su trabajo con el animal en recuperación es esencial para devolverle a la naturaleza.

Nacho Otero, responsable del departamento de rehabilitación y liberaciones de GREFA, poco antes de iniciar una prueba de vuelo con un águila real. Nacho Otero, responsable del departamento de rehabilitación y liberaciones de GREFA, poco antes de iniciar una prueba de vuelo con un águila real.

La dosis de entusiasmo que da liberar a un animal que ha sido rehabilitado en un centro de recuperación de fauna es del todo lógica. No hay más que ver la cara de felicidad del padrino que alza los brazos impulsado al ejemplar en el retorno a su hábitat. Pero ese momento culminante solo es posible tras muchas horas de cuidados profesionales –sin olvidarnos del apoyo constante de los voluntarios– en instalaciones especializadas como las de GREFA.

Desde luego, el paso de un ejemplar enfermo o herido por el hospital es decisivo. ¡Cuántas veces la posibilidad de que recuperase la libertad o incluso de salvar su vida ha dependido de los tratamientos dispensados en la enfermería o el quirófano! Pero tras la fase de hospitalización, qué importante es también el trabajo posterior de los rehabilitadores para que esa fauna recupere las condiciones idóneas que le permitan volver a la naturaleza.

Hoy acompaño a un equipo del departamento de rehabilitación y liberaciones de GREFA, para realizar sendas pruebas de vuelo a dos rapaces en su última fase de recuperación: un águila real y un águila de Bonelli. Viene con nosotros un equipo de la delegación española de un importante canal de televisión de Qatar, Al-Kass, que están realizando un programa informativo sobre rapaces. Elegimos una zona de cultivos con monte intercalado a pocos kilómetros de nuestro centro, en el mismo término municipal de Majadahonda (Madrid), en el entorno del Parque Regional del Curso Medio del Río Guadarrama.

Cuando se trabaja en campo abierto con aves del tamaño de las grandes águilas, se usa un lastre. Para ello se colocan en las patas del animal unas pihuelas, a las que va unido un cordino largo, de unos siete u ocho metros, en cuyo otro extremo va atado el lastre propiamente dicho. Suele ser un bidón de plástico, al que se le puede introducir algún material como arena para alcanzar el peso deseado. El lastre no interrumpe el vuelo del ave, pero impide que se escape.

¿Y para qué tanta parafernalia? Pues estas pruebas de vuelo, repetidas periódicamente durante las semanas o meses que puede durar la rehabilitación del animal, permiten evaluar parámetros indicativos de su recuperación como la fuerza del batido de las alas, el equilibrio en el vuelo, la altura y velocidad que alcanzan, si el aterrizaje es suave y coordinado, la distancia recorrida, el esfuerzo respiratorio antes y después del vuelo, la resistencia y fuerza que tiene tras vuelos múltiples y consecutivos... ¡Casi nada!

Un águila real echa a volar durante una prueba de vuelo para evaluar su proceso de recuperación.Un águila real echa a volar durante una prueba de vuelo para evaluar su proceso de recuperación.

¡Manos a la obra!

La primera a la que se volará hoy será el águila real, un ejemplar que lleva bastante tiempo en rehabilitación en GREFA, pero a la que se le quiere dar una oportunidad de que recupere la libertad. De los dos vuelos que se hacen con ella, el primero es de unos doscientos metros y a baja altura; el segundo, más corto, es ya a ras de suelo. “El animal va poco a poco a más, pero aún necesita tiempo de rehabilitación”, dictamina Nacho Otero, coordinador de los rehabilitadores de GREFA, tras observar los vuelos del ave.

Mucho más avanzado en su preparación para la libertad parece estar el águila de Bonelli, un esplendido ejemplar joven de unos tres kilos de peso procedente del centro de recuperación de fauna de “El Blanqueo” (Pinos Genil, Granada), donde había ingresado meses atrás debido a una herida en el cuello de origen desconocido. A mediados del pasado septiembre se la trasladó a GREFA con un objetivo: prepararla para su futura reintroducción en Mallorca, en el marco de LIFE Bonelli , el proyecto apoyado por la Unión Europa que está ayudando a una de nuestras rapaces más fascinantes y amenazadas.

A esta águila de Bonelli hoy se le hace dar tres vuelos. El primero es potente y rápido, a baja a altura; los siguientes sucesivamente más cortos pero igualmente vigoroso.  Esta vez Nacho lo ve más claro: “Si todo va bien este ejemplar se podrá liberar en pocas semanas”.

Un águila de Bonelli echa a volar durante una prueba de vuelo para evaluar su proceso de recuperación.Un águila de Bonelli echa a volar durante una prueba de vuelo para evaluar su proceso de recuperación.