El águila de Bonelli "Cervantes" en vuelo con su emisor GPS visible. Foto: Juan Jaramillo.
El águila de Bonelli "Cervantes" en vuelo con su emisor GPS visible. Foto: Juan Jaramillo.

Sobrevivir en la naturaleza ya es un reto diario. Pero hacerlo cuando además se sufre una importante limitación física se convierte en un auténtico triunfo de la voluntad. Entre los grandes luchadores que se han sobrepuesto a esas adversidades cómo no acordarnos del águila de Bonelli "Cervantes", el cernícalo primilla "Alf" o el buitre leonado "Gypsy". Aquí van sus historias.

Detalle de las patas de "Cervantes" en la que puede verse la malformación de la derecha. Foto: Juan Jaramillo.Detalle de las patas de "Cervantes" en la que puede verse la malformación de la derecha. Foto: Juan Jaramillo.

Un superviviente nato

El águila de Bonelli "Cervantes" recibió ese nombre por identificación con el ilustre Manco de Lepanto: sufría la atrofia de una de sus garras, probablemente tras haber quedado atrapado en un cepo o sufrir una posible electrocución. Para una rapaz las garras son vitales a la hora de cazar, alimentarse y defender su territorio. A pesar de ello el portentoso “Cervantes” logró sobreponerse a ese hándicap. Tanto fue así que pudo conseguir comida no ya para sí mismo sino también para la prole que junto a su pareja sacó adelante durante muchos años.

Desgraciadamente, "Cervantes" terminaría muriendo en la zona que ocupó durante al menos una década entre las provncias de Toledo y Madrid tras colisionar en vuelo con unos cables eléctricos.

Primillar de Villaviciosa de Odón (Madrid), donde localizamos al cernícalo primilla "Alf".Primillar de Villaviciosa de Odón (Madrid), donde localizamos al cernícalo primilla "Alf".

Infatigable viajero

Aunque atrofiada, “Cervantes” al menos conservaba su garra. Pero puestos a buscar el "más difícil todavía", nos encontramos con el cernícalo primilla "Alf", que sufrió la amputación de una de sus patas. Por
alguna razón su pata derecha se necrosó y como resultado de esa degeneración se le terminó desprendiendo. ¿Alguien cree que por eso dejó de volar, buscarse la vida o aportar presas a su hembra durante el cortejo? ¡Pero si hasta migró a África en un viaje de miles de kilómetros y volvió otra vez a nuestro país la primavera siguiente!

Además, “Alf” tampoco era ningún jovencito, así que entre una cosa y otra dimos por seguro que no le veríamos ver regresar de nuevo a la colonia de Villaviciosa de Odón (Madrid). Pero cuál sería nuestra sorpresa cuando al retorno de la siguiente migración fuimos a hacer el seguimiento del primillar y allí estaba “Alf” esperándonos con su muñoncito y una expresión que parecía decir: "¿Acaso no confiabais en mí?"

Aspecto del ojo del buitre leonado "Gypsy" tras haber sido operado.Aspecto del ojo del buitre leonado "Gypsy" tras haber sido operado.

Un buitre leonado ‘pirata’

"Gypsy" por su parte es un macho de buitre leonado que cuando llegó a las instalaciones de GREFA en Majadahonda (Madrid) presentaba, entre otras lesiones, una úlcera antigua perforada en su ojo derecho. Se le tuvo que hacer una cirugía para vaciar, limpiar y curar esa cavidad ocular. Una vez recuperado de su paso por el quirófano se empezó a trabajar en la rehabilitación del ave, incluyendo varias pruebas de vuelo para valorar qué tal se adaptaba a la importante limitación en su campo de visión. Finalmente, se consideró que estaba en condiciones de ser liberado, cosa que ocurrió solo tres meses después de haber sido operado.

Gracias al emisor que porta sabemos que tres años después de su vuelta al medio natural, "Gypsy" sigue vivito y coleando. Sus últimas emisiones lo sitúan en Extremadura, sin duda conviviendo en alguno de los grandes núcleos de población de buitre leonado que existen por aquellos parajes.

Nos dan lecciones increíbles

Si una conclusión podemos sacar de todas estas historias es que un animal silvestre está hecho para vivir en libertad, o al menos para intentar que así sea. Y no es solo que nuestros veterinarios y rehabilitadores hagan siempre lo imposible para ello. Como puede verse, nuestra tropa de tuertos, cojos, mancos y demás lesionados permanentes pelean a brazo partido la más mínima oportunidad que se les brinda y nos dan increíbles lecciones de superación.

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