Al igual que al comienzo de la primavera nos preparamos para el aluvión de ingresos que genera en nuestro centro la explosión de la primavera, el final del verano marca el inicio de otra intensa etapa para nosotros. Un clásico de estas fechas son los ingresos en el Hospital de Fauna Salvaje son los polluelos tardíos de buitres, que despegan ahora del nido con sus primeros vuelos y sin ser todavía capaces de evaluar hasta dónde llegarán con sus fuerzas comienzan viajes en busca de carroñas que no acaban de encontrar.
Estos viajes suelen terminar en la azotea de un edificio o en el suelo en un parque urbano. Debilitados e incapaces de remontar el vuelo, sorprenden a los ciudadanos posados en los más insólitos lugares para este tipo de especies. Los rescates de estos ejemplares son harto complejos ya que el agotado pollo (con el porte y la envergadura de un adulto), aún en el límite de sus fuerzas, es capaz de exprimir al máximo su poca energía para salir volando lejos de su rescatador. ¡Hay que estar muy en forma y tener muchos reflejos par a este trabajo!
Una vez capturado, el tratamiento suele ser sencillo, restituir la deshidratación sistémica del ave provocada por la falta de ingesta de comida y unas semanas de servicio “gourmet”. Pero este año, la situación se está complicando con estos buitres que ingresan por estas fechas en nuestras instalaciones, ya que el equipo veterinario de GREFA está detectando casos muy graves de intoxicación por plomo. Varios buitres leonados han entrado en nuestro hospital de fauna con esta sintomatología. Algunos no han podido superar el tratamiento, otros permanecen ingresados todavía en estado muy grave.Pero en menos de una semana tenemos que sumar dos casos más, en esta ocasión dos jóvenes del año de buitre negro, especie en peligro de extinción en la Comunidad de Madrid, que lamentablemente no pudieron salir adelante a pesar de los cuidados que les dispensamos.
El buitre "peso pluma"
El primer ejemplar, que ingresó el 3 de septiembre, fue un “peso pluma”: algo más de tres kilos de peso, menos de la mitad de su habitual condición corporal con esa edad, y una deshidratación extrema. Casi como la que sufrió nuestra compañera del Equipo de Rescate Isabel y Claudia, voluntaria de enfermería, cuando fueron a recogerlo: en pleno zenit solar, dos horas de caminata por el sendero GR del Alto del León, en la Sierra de Guadarrama, hasta llegar a la localización que dos senderistas nos enviaron con la ubicación del animal, y después dos horas de vuelta hasta el vehículo de rescate. El intenso y prolongado calor de este verano también es responsable de la debilidad de muchos buitres recién volados del nido.
A pesar de todos los esfuerzos realizados, no pudimos hacer nada por salvar la vida de este ejemplar, que murió al día siguiente de su ingreso.
Un balín en la radiografía
Pocos días después, el 7 de septiembre, recibimos un aviso de la Patrulla de Medio Ambiente de la Policía Local del Ayuntamiento de Madrid. Era otro buitre negro posado, esta vez posado en uno de esos insólitos lugares urbanos que os mencionábamos, en este caso un parque ubicado junto a la Casa de Campo, en el madrileño barrio de Batán. Trasladado de urgencia a nuestro hospital de fauna, durante la exploración, además de una acusada delgadez, se determina el temible diagnóstico: intoxicado.
Cuál sería la sorpresa cuando tras realizar las radiografías diagnósticas, nuestros veterinarios detectan además un balín cerca de la columna vertebral del joven buitre negro. Las pruebas realizadas reflejaron un alto nivel de intoxicación por plomo y aunque en apariencia el proyectil no supone un peligro para el ejemplar,su estado es muy grave y el equipo veterinario se puso de nuevo a prueba llevando al límite sus esfuerzos, pero todo fue en vano y no pudimos salvar su vida.
Por desgracia ninguno de estos dos buitres negros podrá incorporarse, como habría sido deseable, al proyecto de reintroducción de la especie que estamos llevando a cabo en Sierra de la Demanda, aunque esperamos que lo hagan otros que tengan más suerte y no ingresen en un estado tan irreversible. Mientras tanto, no podemos evitar hacernos una pregunta: ¿Qué está pasando con las rapaces necrófagas de la Comunidad de Madrid?